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Claudio Coello |
Claudio Coello (Madrid, 1642-1693) fue un pintor español, destacado representante del pleno barroco madrileño. Formado con Francisco Rizi, en 1683 fue nombrado pintor del rey Carlos II, cargo en el que acometerá su más importante obra: La Adoración de la Sagrada Forma de la sacristía del Monasterio de El Escorial. Pintor de grandes telas de altar para las iglesias y conventos de Madrid y sus alrededores, fue también pintor al fresco y de arquitecturas efímeras siempre con gran sentido escenográfico.
Nacido en Madrid, fue bautizado el 2 de marzo de 1642 en la iglesia de Santos Justo y Pastor. Hijo de Faustino Coello, broncista portugués, natural del obispado de Viseo, y de Bernarda de Fuentes, fallecida en 1681, viuda ya y atendida en sus últimas voluntades por su hijo Claudio.1 Su padre descendía «de aquella ilustre familia de los Coellos, de donde lo era también el gran Alonso Sánchez Coello», según lo que afirma Palomino, cuya biografía es la única fuente de información disponible para el conocimiento de los primeros años de vida del pintor, con quien llegó a tener amistad. Comenzó a estudiar dibujo en el taller de Francisco Rizi, donde lo había colocado su padre para que le ayudase en su trabajo, pero viendo Rizi el aprovechamiento del joven aprendiz recomendó a su padre que le permitiese proseguir con el estudio de la pintura.
De su paso por el taller de Rizi han quedado algunas anécdotas narradas por el biógrafo cordobés y una descripción física del pintor. Cuenta Palomino que un religioso, ante el que el maestro había alabado al discípulo, le respondió que el semblante del muchacho no revelaba gran ingenio, a lo que Rizi contestó: «Pues padre, virtudes vencen señales». Y concluía Palomino: «Lo cierto es, que el semblante no era muy grato, y además de esto adusto, y melancólico; pero la frente espaciosa, y los ojos vivos, y reconcentrados, mostraban ser de genio agudo, especulativo, y cogitativo».
En el taller de Rizi destacó por la mucha aplicación que puso en el dibujo, haciéndose para su estudio incluso con los apuntes o rasguños que el maestro descartaba, lo que se pondrá de manifiesto en la cuidadosa preparación de toda su obra posterior, en la que, en palabras de Palomino, «por mejorar un contorno daría treinta vueltas a el natural». Contaba Palomino que el maestro con frecuencia lo encontraba dibujando a deshora
y decía Rizi: Estos sí, que son los verdaderos genios, y que dan seguras esperanzas de aprovechar. Aquellos, que es menester reñirles, porque se ponen ahora a dibujar. No aquellos, a quien es menester aguijonearles, para que dibujen. ¡Sentencia digna de observación!
Con Rizi, director de las representaciones teatrales del Coliseo del Buen Retiro, aprendió a pintar al temple y al fresco y a dominar la pintura historiada tanto como las perspectivas arquitectónicas. Además, la condición de pintor del rey de su maestro y la amistad con Carreño le abrieron las puertas de palacio, donde completó su formación con el estudio de la pintura veneciana y flamenca.
El 2 de marzo de 1674 contrató las pinturas del retablo que José Ratés estaba construyendo para la iglesia de San Juan Evangelista de Torrejón de Ardoz. El contrato estipulaba que las pinturas debían estar concluidas en agosto de 1675. Solo unos días después de firmado este contrato, el 14 de marzo, contrajo matrimonio en la iglesia de Santa Cruz con Feliciana de Aguirre Espinosa, hija de un alguacil. El matrimonio resultó desdichado. En noviembre de 1675 falleció Feliciana dejando un hijo de seis meses, Bernardino, que fue enviado a casa de unos parientes en San Sebastián de los Reyes, y en enero de 1678 Coello renunció a su herencia en favor de la madre de la difunta, «considerando los cortos medios con que queda».
Tres acontecimientos importantes en la vida de Coello ocurrieron en 1677: en febrero se vio envuelto en una reanudación del pleito que los pintores de Madrid sostenían contra la Hermandad de Nuestra Señora de los Siete Dolores por la obligación que tiempo atrás habían contraído los miembros del gremio de sacar en procesión la imagen de la Virgen por Semana Santa, lo que una mayoría de pintores acabó interpretando como incompatible con la dignidad de su oficio; en agosto contrajo segundas nupcias con Bernarda de la Torre, que residía en Madrid con unos tíos y aportó al matrimonio una modesta dote de 2000 ducados de vellón; por fin, en noviembre firmó con Pedro de Villafranca carta de pago por valor de 16 500 reales por la restauración de los frescos de la Sala de Batallas del Monasterio de El Escorial, trabajo que obtuvo gracias a la mediación de su amigo Juan Carreño de Miranda y que supuso el primer encargo directo de la corona
Coello otorgó poder a su esposa el 15 de abril de 1693 para que dictase su testamento conforme a lo que tenían hablado y murió cinco días más tarde, siendo enterrado en su parroquia de San Andrés.
Dejaba por herederos a sus hijos Bernardino, nacido del primer matrimonio, y Juan Cristóbal, a quien daba tratamiento de don quizá por ser sacerdote, Miguel, Tomás, Juana, Felipa y Manuela, estas dos últimas de tres y un año respectivamente.
El inventario que se hizo de sus bienes incluía una colección de pinturas formada por 180 entradas de cuya tasación se encargaron Teodoro Ardemans y Manuel de Castro, discípulos ambos de Coello. Buena parte debían de ser los modelos y bocetos de sus propios cuadros junto a un significativo número de copias de Rubens, Tiziano, Veronés, Van Dyck y Velázquez (retrato de una niña). Pinturas religiosas y retratos estaban bien representadas, pero también guardaba pinturas de géneros de los que no hay constancia que cultivase, como paisajes, bodegones, floreros y pequeños cuadros de asunto mitológico.
Obras de Claudio Coello
La Virgen con el Niño entre las Virtudes Teologales y santos 1669. La Virgen y el Niño adorados por san Luis, rey de Francia Hacia 1665 Santo Domingo de Guzmán Hacia 1685. Santa Rosa de Lima 1683. El triunfo de san Agustín 1664. El padre Cabanillas 1689 – 1693. Jesús niño, en la puerta del Templo 1660. La Inmaculada Concepción Segunda mitad del siglo XVII. San Francisco de Asís Segunda mitad del siglo XVII. San Antonio de Padua Segunda mitad del siglo XVII. Susana y los viejos,1664 San Ignacio de Loyola, Valdemoro (Madrid), Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Santa Catalina de Alejandría – 1683 Retrato de doña Teresa Francisca Mudarra y Herrera, Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sagrada Familia Santo Domingo San Miguel Arcángel – Museo de Bellas Artes La Anunciación o La Encarnación como el cumplimiento de todas las profecías, Madrid, iglesia del convento de San Plácido La visión de san Antonio de Padua, Norfolk, Virginia, Chrysler Museum Santo Domingo de Guzmán junto a la Virgen del Rosario El sueño de San Agustín Santa Catalina de Alejandría dominando al emperador Majencio, de Claudio Coello, español, 1664-1665, Doña Nicolasa Manrique Juan Francisco De La Cerda, VIII Duque De Medinaceli Carlos II El jubileo de la Porciúncula El Ángel de la Guarda Retrato de D. Fernando Valenzuela El lienzo, que se halla en la sacristía del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, representa la adoración de la Sagrada Forma que se halla en el interior de la custodia que sostiene el prelado, por el rey Carlos II de España que aparece arrodillado ante ella.
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