domingo, agosto 09, 2020

Carel Huls - Nacionalidad belga


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Es cierto que la pintura realista y figurativa ha gozado de un interés creciente desde los años noventa. Por supuesto, este “arte que representa algo” nunca se ha ido realmente, solo que no estaba permitido. Pero ahora el realismo se puede mostrar, disfrutar y comprar de nuevo. 
La pintora Carel Huls, que vive en Lanaken, es un buen ejemplo de ello. Expone en muchas de las principales galerías europeas y está representado en varias ferias de arte internacionales. 
Al mirar su obra vemos de cerca la evocación de un mundo que nos es familiar, pero que se vuelve más fascinante por lo que el pintor ha hecho con él. 

Huls hace fotos con pintura, aunque no para captar la “realidad”, sino para sublimarla. En el marco mesurado de cada cuadro, ocurre lo que Carel sabe amenazado, la preciosa belleza, la emoción melancólica, la fuerza y ​​la dureza de lo universal. 

La perfección de sus pinturas fascina, pero al mismo tiempo crea malestar. Para Huls se trata principalmente de la vivacidad, la sugerencia de autenticidad de las figuras, la composición y la incidencia de la luz. Su objetivo es pintar una imagen que le guste. “Ayudo a las personas a reconocer la sorprendente belleza de la vida cotidiana prestando atención a algo que de otro modo podría pasar desapercibido”.

Esencial, según Huls, es la ficción, la comprensión de que la realidad pintada no es la realidad, sino un análisis pictórico de ella. La pintura se convierte entonces en filosofar, no con el lenguaje, sino en la materia, en la pintura. Aporta su propia opinión, ajusta el tema a su voluntad. Asimismo, cree que a la hora de pintar un retrato, sólo puede triunfar si hay un gran interés por el modelo. Sus retratos hacen que esto sea realmente tangible, la persona te toca, por así decirlo.



























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